incl. ref.

Los cambios que se están produciendo en el mundo anticipan un siglo XXI muy diferente a todo lo conocido. Se necesitan respuestas no convencionales, nueva ciencia, nuevas propuestas en múltiples campos. Uno de ellos, fundamental para el futuro, es el del rediseño del estado frente a los nuevos problemas y demandas. Hay en desarrollo transformaciones sustanciales en la geopolítica. Desde esta perspectiva toda la atmósfera que acompañó el siglo XX ha sido reemplazada por un nuevo marco en proceso de formación. El mundo se ha convertido en un lugar muchísimo más complejo que en el pasado. Y en esa complejidad, han bajado totalmente los umbrales de predictibilidad y todas las posibilidades positivas y negativas están abiertas. Lo real es que la incertidumbre se ha apoderado de la historia. Urge por tanto un nuevo tipo de racionalidad, una racionalidad autocrítica. El debate sobre el tema del estado no puede reducirse, como se ha hecho con frecuencia, a la mera cuestión de su tamaño. El tema real es el rol del estado frente a los problemas de la economía y de la sociedad, el modo de interrelación que se establece entre estado y la sociedad civil, y la capacidad de gestión efectiva del estado para cumplir el papel que sería conveniente que lleve a cabo históricamente. Mejoras en los indicadores económicos no significan automáticamente mejoras en la vida de la gente. El desarrollo no se traslada mecánicamente a la población. Es necesario abrir plenamente el estado a la participación, descentralizando, creando condiciones para la transparencia de los actos públicos, desburocratizando, favoreciendo todas las formas de cogestión de los ciudadanos, activando instituciones de participación permanente como el referéndum y el ombudsman, e ir hacia sistemas políticos que hagan madurar a la ciudadanía y favorezcan la organización y expresión de la sociedad civil. El estilo gerencial del estado inteligente supone la concentración de las funciones del gobierno central en la formulación, monitoreo, evaluación y retroalimentación de las políticas públicas. Para ello recurre a mecanismos institucionales tales como la modernización de la oficina del presidente, la utilización de sistemas de información estratégica para el diseño de políticas y la creación de unidades para el análisis y evaluación de impactos de las mismas. La optimización de recursos puede lograrse desde el nuevo paradigma gerencial, con redes de instituciones interrelacionadas que maximicen la coordinación, la obtención de economías de escala, la explotación de sinergias. Gerenciar en el sector público es diferente a hacerlo en otros sectores de la economía y esa especificidad debe ser explorada en profundidad en la formación y en la gestión. El motivo de combatir la guerra fría ha desaparecido; el nuevo motivo debe ser la guerra contra la pobreza, basada en el reconocimiento de que no sólo se trata de una inversión en el desarrollo de las naciones pobres sino la seguridad de las naciones ricas.